Contenidos teoricos acerca de la Etiología de las maloclusiones.
Etiología de las maloclusiones.
Las maloclusiones clase III o mesioclusion, a pesar de tener una fuerte base genética, presentan etiología multifactorial, es decir una interacción de la genética con el ambiente, (poligenica). Cada una tiene su aspecto distintivo en la relación genética/ambiente; pero la dificultad está en la determinación de la contribución precisa para cuantificar el efecto de cada una. En todo caso, si se observa el patrón genético este influye más que el ambiental y el pronóstico ortodóncico.
Por otro lado se menciona la posición de la lengua la cual, si se encuentra baja, aplanada y deprimida sobre los incisivos mandibulares y puede representar una relación causa/efecto y a su vez puede estar asociada a problemas nasorespiratorios. Linder-Aronson en sus estudios sobre la función respiratoria y su influencia en el crecimiento cráneofacial, señala que el tejido linfoide epifaríngeo condiciona una postura más baja de la lengua y del hueso hioides pudiendo ejercer presión sobre la parte anterior del proceso dentoalveorar mandibular y escaso estímulo a nivel del maxilar, actuando así como factor etimológico predisponerte.
Entre otras posibles causas como se anota, la perdida prematura múltiple de molares primarios (factor ambiental) que puede provocar desplazamiento mandibular debido al cambio en la guía oclusal de los dientes en mal posición o a la lingualización de los incisivos maxilares. Esta compensación neuromuscular puede inducir a un prognatismo mandibular permanente y la posterior erupción de los dientes en posiciones que perpetúan la relación anormal.
Por otro lado se ha comprobado la correlación estadística significativa entre la agenesia de los dientes maxilares, la hipoplasia maxilar y la clase III. En el mismo sentido, dientes supernumerarios mandibulares al aumentar el tamaño del arco dentario condiciona una mordida cruzada anterior. Las características dentofaciales del patrón de crecimiento de las maloclusiones clase III se manifiestan tempranamente, lo que sugiere que su tratamiento debe comenzar desde la niñez ya que reportes clínicos y estudios cefalometricos muestran mejorías en las oclusiones temporales cuando se ha tratado de edades tempranas.