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Contenidos Teoricos sobre Anatomía de los Maxilares

ANATOMÍA DE LOS MAXILARES

Se trata, en primer lugar de ubicarnos en algunas características anatómicas  de parte del complejo craneofacial donde se sitúan las estructuras dentarias, de cuyo desarrollo nos ocuparemos exhaustivamente durante varios capítulos.

 Luz d' Escriván  de Saturno

El conocimiento del tamaño, forma y características de los huesos maxilares es materia  de gran  importancia para comprender  los procesos de crecimiento  y desarrollo  de ambos huesos, sus características comunes  y su comportamiento   ante los diferentes eventos envueltos el desarrollo de la oclusión y el crecimiento  de la cara  media. Ésta, que está comprendida entre el borde inferior de la órbita y el plano palatino, con un desarrollo gradual y dependiente del incremento de la altura facial, a medida que se desarrollan la dentición  superior y los senos maxilares.

 

 Los maxilares del  recién nacido  lucen  pequeños  si se comparan con el resto de la cabeza. A medida que vayan haciendo erupción  los dientes primarios (especialmente entre los seis y ocho meses de vida postnatal) aquellos crecerán en gran  proporción y cambiarán  en sus relaciones,  debido  principalmente  a la necesaria expansión para dar cabida a todos los gérmenes dentarios que, a la edad de un año, ya alcanzan un notable desarrollo.

 

La mandíbula  del  recién  nacido  se presenta  un  poco pequeña  y retroposicionada   pero se asemeja a las características de la del adulto; es alargada, con un ángulo goniaco obtuso, la rama pequeña con relación al cuerpo y la apófisis coronoides  y el cóndilo  tienen  forma  rudimentaria, después su crecimiento  y cambio de forma se realizan durante  la dentición  primaria  como  respuesta a la presencia de los gérmenes dentarios y los procesos alveolares;   la rama aumenta  de tamaño  y se hace más alta. Transversalmente, su incremento  es consecuencia de su forma en "V" que hace que aumente  distalmente y en  forma divergente  ya que la sincondrosis de la línea media se calcifica muy tempranamente  (a los seis meses de vida),  y con ello, toda  su actividad  de crecimiento.

 

El maxilar,   a su vez, se expande  lateralmente  debido  a la actividad  en el plano medio de los huesos maxilares (sutura media palatina) que es capaz de generar un crecimiento  rápido a ese nivel y que mantiene su actividad hasta que se completa  la dentición  primaria  y aún un poco más, de acuerdo también  con la expansión  de la base craneana.

 El incremento  posterior de los arcos en ambos maxilares usualmente  provee el espacio necesario para la colocación armónica de todos los dientes primarios, por lo que muy raramente se observa apiñamiento  en este período del desarrollo dentario.

 En el niño recién nacido la lengua, prácticamente,  ocupa toda la cavidad bucal, pudiendo  incluso sobrepasar los rodetes  alveolares; luego, como  consecuencia  del rápido crecimiento  anterior del maxilar, aumenta la longitud  de arco para proveer espacio a la erupción  de los dientes primarios y la lengua se va hacia atrás hasta ocupar la posición  más posterior  que le corresponde. Con relación a las fuerzas ejercidas sobre ambos  maxilares procedentes   de las funciones  masticatorias,    las diferencias morfológicas  entre ellos hacen que dichas fuerzas tengan efectos diferentes; así, en el arco dentario  superior ellas son absorbidas también  por los huesos vecinos, a los que se encuentran  unidos por suturas que no permiten su movimiento  y les confieren cierta rigidez. Luego son trasmitidas  hacia la bóveda craneana donde se dispersan. 

Por el contrario, la mandíbula, al no estar unida directa­ mente a otros huesos de la cara, funciona  más o menos como un hueso separado, conectada indirectamente  al cráneo por  la articulación  temporo-mandibular lo que hace que su morfología  se adapte a esa circunstancia: una gruesa placa de hueso cortical situada en su borde inferior que se prolonga labial y bucalmente y que no se observa en el maxilar (mucho más esponjoso), debe ab­ sorber por si misma las fuerzas generadas sobre su arco durante las funciones masticatorias. 

Como parte de los huesos maxilares debemos describir una zona muy importante  por su relación directa con los dientes: el área apical.

 

  1. El área apical

 Es el espacio de los huesos maxilares que contiene  los dientes en formación, y que será luego ocupado por los ápices de los permanentes. Ella ha sido definida por van der Linden 4 refiriéndola específicamente a cada período del desarrollo de la oclusión; así en un niño, es la región donde  se localizan los ápices de los dientes primarios y los gérmenes de los permanentes; en la dentición  mixta es aquella donde están localizadas las raíces de los dientes primarios y los permanentes no erupcionados, y en el adulto, la que da cabida a los ápices de los permanentes.

 

Como se ve, el área apical juega un papel determinante en la transición de la dentición  temporal  a la permanente. Para explicar ese papel, dicha área ha sido dividida en: anterior, que está comprendida  entre las superficies mesiales de las coronas de los caninos permanentes antes de su erupción, y que después de ella, corresponde a sus ápices; media, desde la superficie  distal del área anterior  hasta la mesial de la corona del primer  molar permanente  (antes de su erupción)  y hasta el ápice de la raíz más mesial de dicho  molar después de su erupción; y la posterior, que corresponde a la demarcación distal del área media. Cada una de estas subáreas tiene responsabilidades y características específicas, relativamente independientes.

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